lunes, 12 de octubre de 2015

Las coordenadas Narrativas. El Espacio y la atmósfera



El espacio literario es la tierra que recorren los personajes, la tierra en la que acontecen los hechos. Inventados o reales, eses lugares siempre son espacios idealizados, porque se nos muestran coloreados por la mirada del que escribe. Dichos espacios son también protagonistas de la trama y de ellos emana un aura que recorre la narración y que envuelve a los personajes. Ese “aura” nace de dos tipos de espacios que se entrelazan:
Un espacio físico, que el escritor debe aprender a componer con detalles bien elegidos.
Un espacio emocional, al que llamaremos atmósfera  y que viene a ser el lugar social y psicológico que contribuye a creer el sueño de ficción.
De las cuatro formas de narrar que analizamos al hablar del ritmo –resumen, elipsis, descripción y escena- el espacio se basa sobre todo en la descripción. En ese remanso del texto es donde el entorno de la historia se va dibujando poco a poco, fruto de una composición casi pictórica.
El escritor pinta un espacio que desvela el fondo del cuadro en el que los personajes se desenvuelven. De hecho, muchas descripciones espaciales literarias tienen un paralelo con cierto tipo de pinturas, desde las obras bucólicas renacentistas hasta los grandes frescos realistas de las novelas del siglo XIX. También las descripciones compuestas con grandes pinceladas de luz y de color podrían componerse con la pintura impresionista. Entre todas estas posibilidades que nos ofrece la descripción debemos elegir la que mejor se adapte a nuestro relato. Podríamos decir que la atmósfera está formada por esos pequeños detalles que selecciona el narrador y que esa selección está incluida por la actitud emocional de quien los cuenta.
La atmósfera, entonces emana de un estado de ánimo, es una manera subjetiva de mirar el espacio y penetrar en el relato a través de los sentidos del narrador. En ciertas cosas el espacio además de ser un espejo anímico de los personajes se convierte en el coprotagonista de la historia. Recurrir, pues al espacio para caracterizar psicológicamente a un personaje es una de las formas más efectivas de introducir información sobre sus circunstancias emocionales. El espacio puede ayudarnos a mostrar lo que ese personaje siente.
Una de las funciones de la descripción es el ritmo. La descripción actuaba en ocasiones como un desacelerador, ralentizaba el tiempo de la narración. Ese remanso podía ser una especie de “depósito” de información esencial que se entrega el lector y que le sirve para atender la historia. Es esta una descripción que ayuda al desarrollo de la trama, una descripción que llamaremos expositiva.
Otro tipo de descripción que definimos como ornamental, cuya función es más decorativa que informativa. Ambos tipos de descripción nos ayudarán a:
Remansar el ritmo después de un pasaje de acción.
Dilatar la espera en un momento crítico, provocando la intriga del lector. Servir como obertura del libro o de cada capítulo. Como la obertura de una ópera.
Comenzar con una descripción espacial aporta varias ventajas a la hora de empezar a narrar una historia:
Sitúa la acción en un entorno, es decir, el lector empieza a “ver” el espacio en el que se desenvolverán los personajes.
Como las oberturas musicales, el inicio ya nos da una pista sobre el  carácter y la cadencia del ritmo narrativo.
Partimos de un valle en el que luego podemos ir elevando la curva de la intensidad.
El espacio desempeña en ocasiones una labor muy importante en la arquitectura argumental del relato.
El lugar es uno de los cabos donde se atan los nudos de la trama.
El desplazamiento supone  un punto álgido en la acción o marca la propia evolución del argumento.
Otras veces el espacio descrito no cambia, es el mismo, y sin embargo sostiene el esqueleto argumental, es decir, la historia se apoya en el espacio para desarrollarse.
Cada lugar simboliza a un personaje hasta llegar a caracterizarlo. Este empleo del espacio era más evidente en la narrativa del siglo XIX.
Cada época tiene su paraje simbólico, un lugar característico en el que se desarrolla la acción.
Las ciudades pueblan la narrativa de la segunda mitad del siglo XIX, el narrador se coloca en la sala de estar de la burguesía y explora un mundo estático y socialmente opresivo que envuelve a los personajes. Los antípodas de esos continentes realistas son los espacios imaginarios creados para la literatura fantástica o por los sueños de la ciencia ficción. Algunos espacios, como los laberintos persisten en el tiempo y siguen sirviéndonos de símbolos.
Aparte de los lugares imaginario la literatura está llena de espacios reales, ciudades que aparecen en los mapas para que la ficción reinventa para que las habiten sus criaturas.
Un ejemplo sería la ciudad de Orán en “La peste“de Albert Camus, una ciudad “sin pájaros” en la que la muerte acecha y de donde nadie puede escapar.
Todas esas comarcas no son sólo espacios físicos, también son espacios emocionales, extensos laberintos de papel que unifican el universo de nuestros escritores.
En toda la literatura hay también lugares, personajes, espacios que adquieren vida propia y que son en gran medida los protagonistas del relato.
Un ejemplo es el hotel Overlook, verdadero protagonista de la novela de Stephen King “El resplandor”.
Estos espacios símbolos enriquecen la narración y sirven para apoyar la idea entorno a la cual gira el argumento. Esta es una de las ideas más importantes del espacio.

RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
La atmósfera es una masa de aire que envuelve a los personajes, una mirada subjetiva del narrador sobre el espacio.
Elegir las palabras adecuadas puede ayudar a dar forma a esa masa de aire que debe “poseer al lector”.
Cada palabra está rodeada por un aura, cada palabra tiene su propia atmósfera creada por nuestra emoción.
Encadenar esos pequeños ambientes para moldear una piel que envuelve al relato es una da las formas más eficaces de elaborar la atmósfera de nuestra narración.
Un ejemplo para estudiar la elección de las palabras apropiadas para crear una atmósfera en el relato es “La caída de la casa Usher” de Edgar Allan Poe.
Una vez leído dicho relato, comprobamos la lista de “expresiones atmosféricas” que usa Poe:
Triste, oscuro, silencioso, cernían, bajas, pesadas, lúgubre, sombra, melancolía, desnudas, vacíos, ralos, siniestros, agostados, depresión, amarga, caída, horrible, velo, frialdad, abatimiento, malestar, tristeza, desalentaba, sombría, impresión, dolorosa, escarpada, negro, fantástico, grises, espectrales.
El aura de cada una de esas palabras se une para formar una sola, un inquietante y delicado augurio de fatalismos que explica el macabro fin de la casa.
Ejercicio
Leer con detenimiento La caída de la casa Usher, subrayando todas las palabras relacionadas con el espacio.
Escribir un texto que aparezcan las palabras que utiliza Poe al principio de su cuento.
Intentar crear un entorno para esas palabras, o dicho de otra forma: tejer la misma atmósfera con los hilos de una historia distinta.

LECTURAS RECOMENDADAS
La ciudad de los prodigios (Eduardo Mendoza)
Obabakoak (Bernardo Atxaga)
Guía de lugares imaginarios (Alberto Manguel /GianniGuadalupi)

PROPUESTA DE EJERCICIO
Describir un lugar utilizando los cinco sentidos. Ese lugar puede estar situado en el presente, en el pasado o en el futuro.
Para cualquiera de las tres opciones es bueno dibujar los planos del lugar. Los espacios de ficción también tienen sus mapas.


domingo, 26 de julio de 2015

Veinte segundos y una canción


Alguien sabio e impreciso
me contó una vez, tal vez dos o quizá lo soñé,
que las mariposas vuelan al compás de un tango argentino
y que la mentira más grande
viaja dentro de un baúl de historias inapropiadas.
Sin la inteligencia de otros
pero algo más astuta que muchos,
puedo decir con una copa de más
y alguna otra de menos
que quiero creer que solo eres brisa fresca,
que lo que acaricia mi bello erizado
es tu melodía y no el roce de tu pelo cuando me besas,
que son tus ojos y no los míos
los que derraman versos frágiles,
que es tu boca y también la mía
la que quiere un encuentro fácil
y que mis cinco sentidos
más el que escondo bajo la  almohada
rezan a cualquier Santo despierto
para escuchar los acordes del viento
mientras me balanceo por la cubierta del Titanic.
Y así, en veinte segundos y una canción
busco por los huecos libres de culpa
sin que se juzgue mis roces con la vida.


domingo, 26 de abril de 2015

El tiempo en el ritmo de la narración

Para que una narración sea fluida debe tener un ritmo interno, una armonía especial que la recorra como si fuera una melodía.
Esa melodía depende de cómo utilicemos las diferentes “velocidades” del tiempo de la ficción. Combinar los cambios de velocidad, -aceleración, desaceleración- con fragmentos a tiempo real –escena- convierte el texto escrito en un fluido por el que el lector se desliza.
El escritor, mediante estos tres tipos de “velocidades”, puede conseguir:
Mostrar, por medio de la escena, momentos culminantes de la narración o caracterizar al personaje.
Pasar de puntillas sobre los momentos muertos, acelerando o eliminando un período de tiempo que no le interesa o bien ocultando un hecho para crear intriga.
Detenerse o ralentizar un momento relajando la lectura, describiendo un paisaje, un personaje o un ambiente.

La “velocidad” es la relación entre la duración de la historia –días, meses, años…- y la extensión que ésta alcanza en el texto, de tal forma que el escritor puede narrar cien años en diez líneas o dedicar dos volúmenes a veinticuatro horas. Todo es cuestión de “velocidad”.
Existen dos métodos para modificar esa velocidad narrativa: la aceleración y la desaceleración.
La aceleración se produce cuando se dedica a un segmento corto de la narración a un periodo largo a la historia. Entonces el tiempo de la acción es más largo que el tiempo de la narración.
La desaceleración es el caso contrario se dedica un segmento largo de la narración a un periodo corto de la historia. El tiempo de la narración es más largo que el tiempo de la acción.

1.- Acelerar: El resumen y la elipsis.
Existen dos métodos o posibilidades para producir ese efecto de aceleración de la velocidad narrativa: el resumen y la elipsis.
El resumen consiste en seleccionar los datos más importantes y exponerlos brevemente. De esta forma, en un solo párrafo puede cubrirse un período largo de la historia. En el cuento, sobre todo, esta concentración es imprescindible.
La elipsis consiste en “saltar por encima” de un período de la historia; es decir, ese período desaparece, se omite.
Existen varios tipos de elipsis, es decir, varios sistemas para hacer que desaparezca una parte de la historia.
Según su duración, la elipsis puede ser:
Determinada: Se indica el período de tiempo omitido (durante dos años…)
Indeterminada: no se indica el período de tiempo omitido.
Según el conocimiento o desconocimiento de su existencia, la elipsis puede ser:
Explicita: el texto indica su presencia
Implícita: no está indicada para puede ser inferida.
Hipotética: el lector descubre más tarde esa “ausencia de tiempo”.
Objetivos de la elipsis
El tiempo puede ser “robado” al lector por diversos motivos, pero l elipsis se usa sobre todo para acelerar el tiempo de la narración y para ocultar algún hecho reservándolo para más adelante, creando así una atmósfera de intriga.

Acelerar el tiempo de la narración: ese período de tiempo no nos interesa mucho y pasamos por encima de él, haciendo referencia o no a su duración.
Ocultar un hecho: ese hecho sí nos interesa, pero sólo dejamos que el lector lo sospeche, para crear una atmósfera de intriga.

2.- Desacelerar: la descripción
Otra posibilidad de jugar con el tiempo es la que consiste en ralentizarlo: entonces el tiempo de la narración es más largo que el tiempo de la acción, y esto termina produciendo un efecto desacelerador o paralizador de la acción. Para producir ese efecto contamos con la descripción:
En la descripción, el autor se demora en cada acontecimiento prestando mucha atención a los detalles, de forma que la acción se ralentiza. El tiempo de la narración se expande, se “hincha” con respecto al tiempo de la acción.
Objetivos de la descripción
Tiene dos funciones principales
Informativa: la narración se suspende un instante, la acción se remansa.
Ornamental: dichos remansos, algunas veces, no sirven para dar información, sino para alterar el ritmo después de un pasaje de acción, o bien para dilatar la espera en un momento crítico.
Estos dos objetivos dan lugar a dos tipos distintos de descripción:
La función informativa está cubierta por una descripción que podríamos llamar expositiva, la cual permite acumular información esencial sobre un personaje, un hecho o el lugar donde se desarrolla la acción.
La función ornamental da lugar a descripciones decorativas: éstas son paisajísticas o ambientales y no originan un cambio de situación ni aportan una información esencial para el desarrollo de la trama,  pero son indispensables para crear el ritmo narrativo.
El cuento no admite apenas el uso de la descripción decorativa. Su poco espacio no da para recursos ornamentales, y el dibujo de su curva da intensidad, no contiene valles, sino una línea recta y ascendente. Pero el uso del otro tipo de descripción, la expositiva es fundamental para el buen desarrollo de la trama.
Por el contrario, la novela no solo permite sino que necesita el uso de este tipo de pausas para dar respiros al lector.
Un tipo especial de pausa descriptiva es la digresión, que se produce cuando el narrador interrumpe el relato para formular reflexiones o comentarios. La digresión paraliza el tiempo, anula la velocidad. Se usa para expresar formulas ideológicas del escritor, o para frenar el ritmo y provocar suspense, o bien como preparativo para la entrada de un personaje.
A tiempo real: la escena
Se entiende por escena la reproducción del discurso de los personajes, a través del diálogo, en la que se respeta el principio de unidad de tiempo, lugar y acción.
En la escena, la voz del narrador pasa a un segundo plano y el lector presencia la conversación entre los personajes. El escritor muestra la acción.
La escena está contada a tiempo real,  ya que no lo expande ni acorta, sino que refleja la duración verdadera del diálogo
El uso de la escena es imprescindible a la hora de cenar. Pero hay que elegir bien el dónde y el porqué de la inserción de una escena; nada produce tanto aburrimiento en un texto como una escena que carezca de contenido.
Conviene decir que la función del  narrador en la escena es la moderación. El narrador no desaparece; sólo se esconde detrás de la cortina, aunque sigue estando ahí.
Estas formas de narrar, que llamaremos para abreviar escenificación, descripción y resumen, no se encuentran puras en la narración.
La escena es un recurso fácil. Mientras que el resumen o la descripción se acercan más a una manera familiar de narrar –incluso de narrar oralmente- la escena requiere el uso del diálogo, poco utilizado al principio, pero del que no podemos prescindir.

RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
Enumerar es enseñar todos aquellos elementos que componen un conjunto. El siglo XX necesita un procedimiento literario para describir la confusión, y lo encontró en la enumeración caótica, en la que el conjunto enumerado está compuesto por infinitos elementos.
La enumeración caótica es considerada como uno de los procedimientos típicos de la lírica contemporánea. Su única propiedad es el desorden, la falta de unidad, el paso de un tema a otro sin lógica evidente. Sin embargo, ese pandemónium sirve para connotar exuberancia y diversidad. La enumeración caótica ha sido, además, un recurso al que se han acogido los escritores para reflejar el flujo de la conciencia a través del monólogo interior.
Ejercicio
Dejar volar la imaginación y escribir todo aquello que los términos “me gusta” o “no me gusta” sugieran.

LECTURAS RECOMENDADAS
El tambor de hojalata (Günter Grass)
El cuarteto de Alejandría (Lawrence Durrell)
“Un suceso en el puente sobre el río Owl” (Del volumen cuentos de soldados y civiles” (Ambrase Bierce)
“Una Rosa para Emily” (Del volumen Antología del cuento triste) (William Faulkner)

PROPUESTA EJERCICIO

Analizar y subsanar los defectos de ritmo de alguna narración ya escrita. Para ello debemos de hacer varias preguntas:
¿Es fluida la narración o está llena de “baches”, de “zonas muertas” en las que la lectura se hace tediosa? A  menudo, un texto no funciona a causa del ritmo; modificando algunos pasajes y eliminando otros se consigue que la narración avance de una manera fluida.
Subrayar de un color distinto las descripciones, las escenas y los resúmenes o las elipsis.
¿Hay mayoría de alguna de ellas?
¿Está cada elemento agrupado en un bloque o van combinándose entre sí?
¿Hay alguna zona en la narración que no se “vea”? ¿Existe un hecho importante que debería contarse con una escena?
Una vez analizado el texto, reescribirlo eliminando ese período de tiempo que sobra mediante una elipsis o un resumen de pocas líneas. Ampliar ese momento cumbre entre dos personajes introduciendo una escena o remansar las aguas del relato por medio de una descripción.



miércoles, 11 de marzo de 2015

domingo, 1 de marzo de 2015

Burbujas de colores para un corazón herido


Y decir adiós con las manos vacías
y los nudillos sangrando
con tu sexo destilando aún fragancias  frescas
y con la exigencia de un encuentro que no llegará.
Y despacio desapareces,
sin darte cuenta,
dejando burbujas de colores entre mis piernas
y lágrimas invisibles temblando en mi boca.
Creía conocer todo de ti
hasta la huella que dejabas en mi piel
cuando todavía no estabas conmigo.
No te culpo por quererme,
ni me culpes porque yo te quiera más,
no te acuerdes del reloj que pausó aquellos besos exquisitos,
ni te asomes a los instantes que duelen
camina con las manos en los bolsillos y solo siénteme.
No te preocupes por mí
estaré bien,
coleccionando imágenes imposibles en mi memoria
y llenando de besos chiquitos a mi corazón herido.
Quiero que sepas que no se me da bien llorar
y por eso solo lo hago  hacia dentro
sin que se note, sin que se vea
dibujando mares de agua pura
en un oasis dormido.
Entretanto esperaré en la copa de aquel árbol torcido
y no olvides que no debes olvidarme.


domingo, 15 de febrero de 2015

Libre para querer a los delfines


Te quieres
y mira que no lo digo yo.
Somos cómplices de usar la palabra bajo el agua,
el verso escrito dice un tanto de ti y otro tanto de aquel,
los adjetivos rechazan  la violencia
que existe sobre tu mirada ennegrecida
y las metáforas no sirven  para curar acosos sostenidos.
Ahora en un lenguaje real
te digo que no te quiero,
tus sentimientos fabrican inestabilidad poética
y en  un descuido me tocas,
pones una mano encima de mi vulnerabilidad
y lo que cuelga entre tus piernas
intenta seducir los sinónimos de mi prosa.
Pero te falta un nombre propio
una jarra de conocimiento bien fría
para entender que
soy libre para querer a los delfines.
Claro que te quieres
y por eso, yo a ti no.



miércoles, 21 de enero de 2015

El tiempo en la estructura narrativa

El orden en el que contamos los hechos está directamente relacionado con la arquitectura de nuestra narración. Elegir la mejor forma de estructurar el relato es tan importante como optar por el narrador adecuado o caracterizar bien a los personajes.
Para ello, el escritor cuenta con diversas posibilidades, distintas estructuras temporales, que le permiten variar a su antojo la sucesión cronológica del tiempo de la narración.
La narración lineal:
Es  la manera más sencilla que hay de contar una historia: empezar por el principio y terminar por el final. Las historias de detectives suelen ser así; los acontecimientos se suceden en orden cronológico, el lector no sabe qué va a suceder a continuación, el detective tampoco lo sabe. El desenlace está abierto hasta el último momento. Para cierto tipo de trama, el orden lineal es la mejor alternativa.
La inversión:
Consiste en empezar por el final. Imaginemos que nuestra narración contase la vida de una persona desde su nacimiento hasta su muerte, si decidiéramos utilizar la inversión, la historia comenzaría en el lecho de muerte del personaje y daría un gran salto hacia atrás,  hasta el día de su nacimiento. Hay que tener en cuenta que la inversión siempre conlleva un final cerrado.
El tiempo al revés:
Algunos autores han intentado el más difícil todavía, usando para su narración un tipo de inversión lineal, no circular. Es decir, el tiempo está relatando cronológicamente, pero al revés.
In media res (empezar por la mitad):
La narración comienza hacia la mitad de la historia, da un salto en el pasado para referirnos lo que ha sucedido hasta llegar a la situación presente, y desde ahí sigue de forma lineal. Este tipo de ruptura del tiempo funciona como una inversión hasta la mitad, y como una narración lineal desde la mitad en adelante.
Flash-Back o Analepsis (retroceder en el tiempo):
El término flash-back (escena retrospectiva), más conocido que analepsis, es utilizado para el cine y la literatura; el segundo solo para la literatura.
La estructura de una narración con flash-back estaría compuesta por una línea de tiempo cronológica desde la que se van dando saltos hacía atrás, para volver de nuevo a esa línea principal.
Estructura circular:
Otra forma de estructurar el relato es la construida de manera circular. Ejemplo maravilloso de esa estructura esférica es Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez. La totalidad de la historia es ya esférica y cerrada: Macondo nace de la nada  y vuelve a la nada.
Las narraciones múltiples:
Dentro del género de la novela, no hay historia que no incluya otra: por ejemplo, una historia pasada que se introduce en la principal en forma de recuerdo, o las andanzas de un personaje secundario. Pero estas historias no llegan a ser más que ramas de un tronco principal.
Otras veces, sin embargo, esos pequeños relatos adquieren tanta importancia o más que su tronco y no dependen de la historia principal. Entonces el género ya no es novela o cuento, sino un híbrido entre las dos. Porque esos pequeños relatos, si bien se desarrollan en un marco mayor, son autónomos respecto a él. Podemos decir que el tiempo de la historia base se detiene para insertar en él otros tiempos distintos e iguales en importancia, a los que llamaremos historias intercaladas.
Las diferentes relaciones entre la historia base y la historia intercalada dan lugar a tres tipos de estructura:
Narraciones imbricadas:
Se produce cuando la historia base es la principal y las intercaladas son secundarias.
Es el caso de los cuentos intercalados en el Quijote, como "el curioso impertinente" "el capitán cautivo" o "los amores de Crisóstomo y Marcela".
Narraciones enmarcadas:
Se da cuando las historias intercaladas tienen tanta importancia o más que la historia base.
Para entenderlo mejor, sólo hay que recordar la estructura de “Las mil y una noches”.
Narraciones alternas:
Este tipo de estructura se da cuando las dos historias que se cuentan tienen igual importancia dentro del texto.
En “las amistades peligrosas” de Choderlos de Laclos, las historias de dos personajes: Madame de Tourvel y Cécile Volanges, se van contado por turnos por medio de cartas.
La noción narrativa de linealidad cronológica –el antes, ahora, después- ha quedado reducida a cenizas en el siglo XX, época en la que el señor tiempo no solo ha sido objeto de experimentación técnica, sino también tema de infinidad de cuentos y novelas.

RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS

Cuando la enumeración es o quiere parecer exhaustiva, se ordena en forma de columna, incluso por medio de signos gráficos. A este tipo de enumeración lo llamaremos inventario. Es un recurso sorprendente, que incluso gráficamente puede aportar un sentido nuevo a nuestra narración.
Este es un fragmento de este texto híbrido, como lo define el propio Atxaga, con un pie en la poesía y el otro en la prosa.
INVENTARIO OBJETOS PERSONALES DE HENRY BENGOA
-Seis pares de calcetines negros.
-Cinco camisetas blancas.
-Diez slips blancos.
-Cinco camisas grises.
-Dos jerseys azules de lana.
-Tres jerseys azules de lana,
-Una cazadora negra de pana, con los bolsillos vacíos.
-Una cazadora gris de franela, y en los bolsillos:
-Un peine.
-Un pañuelo.
-Un paquete medio vacío de Camel.

Ejercicios

El reto que ahora se propone es el de contar la vida de un personaje vista a través de un inventario de objetos que le pertenezcan. Esta selección de objetos enumerada debe funcionar como un puzle, para que la historia se vaya formando, poco a poco, en la mente del lector.

LECTURAS RECOMENDADAS

La flecha del tiempo (Martin Amis)
El milagro secreto (del volumen ficciones) (Jorge Luis Borges)
Memorias de África (Isak Dinesen)
La trama celeste (Adolfo Bioy Casares)

PROPUESTA EJERCICIO

Escoger una anécdota que se haya escuchado, una noticia del periódico o una vieja historia y narrarla adaptándola a cada uno de los tres primeros tipos de estructura temporal.
Narración lineal: desarrollar el relato siguiendo el orden cronológico real en que se produjeron los acontecimientos.
Inversión: Elegir a uno de los personajes de la historia para que la cuente en primera persona comenzando por el final cronológico real.
In media Res:  Hacer que este mismo personaje comience el relato hacia la mitad de la sucesión cronológica de los hechos, para después desplazarse hacia el pasado; cuando llegue al hecho con el que empezó, seguir narrando de forma lineal hasta llegar al final cronológico.