domingo, 22 de mayo de 2016

Las coordenadas narrativas. La acción


El esqueleto que da forma al texto es una cadena de acontecimientos y a eso le llamamos acción.
La acción es la narración de los hechos en su orden temporal. La fase más desarrollada de la acción es la trama. La trama es la forma en  que se organiza la acción.
Según el escritor Enrique Anderson Imbert: La trama somete a los acontecimientos a una estructura. Un hecho no queda aislado, sino que forma parte de lo que va a ocurrir. La trama es una organización, como la de un organismo vivo. Mediante la selección de acontecimientos, esto es, omitiendo lo que juzga superfluo o carece de sentido, el cuentista presenta un interesante simulacro de vida.
Ordenar la acción de la manera más eficaz requiere crear una tensión interna entre los acontecimientos de tal modo que cada nuevo movimiento de la trama sea un escalón por el que el lector va bajando: primero uno y luego otro…y así hasta llegar al final de la narración.
A esa tensión interna que la trama debe crear entre los acontecimientos vamos a llamarlo intriga.
La acción es el esqueleto del relato; la trama forma los músculos y los órganos; la intriga es el movimiento.
La curva dramática es una línea imaginaria que recorre esa tensión creada entre los acontecimientos y los personajes.
La curva dramática de un buen cuento describiría una línea recta, pero sería una recta ascendente, que terminaría en ese punto culminante de intensidad que es el desenlace.
La trama sobre todo en el género de la novela, es un tronco del que se ramifican historias menores, subtramas, de forma que las peripecias de los personajes secundarios se van trazando a la línea principal hasta componer la estructura de la novela.
El cuento, en cambio, tiende a contar una sola historia e incluso cuando utiliza elementos marginales, estos, rara vez, llegan a desarrollarse lo suficiente como para ser considerados subtramas.
Las tramas secundarias pueden ayudarnos a:
-Suavizar el nivel emocional de la trama principal. En ocasiones, las tramas secundarias alivian la tensión de la principal y dibujan un valle en la curva dramática.
-Crear intriga. Otras veces, las subtramas actúan como acicates de la intriga; el escritor interrumpe la trama principal con una secundaria de forma que ésta queda en suspenso.
Después de analizar la estructura del organismo de una narración volvamos a lo que le facilita el movimiento: la intriga.
Todo cuento o novela narra un acción. Toda acción está organizada en una trama, a su vez desarrolla un tipo de intriga.
La intriga consiste en establecer una tensión interna entre los acontecimientos, de forma que el lector se queda “enganchado” a la historia que contamos.
La intriga se cocina con materiales que ya nos resultan familiares. Para saber cuáles son debemos preguntarnos por qué canal nos llega la información –el narrador- y en qué orden se da esa información –la estructura-.
Podemos utilizar a nuestro narrador como una válvula para dosificar esa información, y sólo tenemos que refrescar la memoria sobre los tipos de narradores. Si necesitamos que la válvula esté completamente abierta para asistir a los procesos interiores de los personajes, entonces elegiremos a un narrador omnisciente; o bien a un narrador protagonista si sólo queremos acceder a la mente del personaje principal. El narrador cuasiomnisciente o el narrador testigo suponen una válvula de información mucho más cerrada, de forma que el lector puede asistir tan sólo a una pequeña parte de los acontecimientos.
No es solo el narrador quien nos ayuda a dosificar la información. El orden en el que se relatan los acontecimientos es esencial para un manejo eficaz de esa información.
La Inversión: Empezar por el final, después volver al principio y contar de forma lineal hasta llegar de nuevo al final.
In media res: La historia comienza a contarse desde la mitad de la acción.
El flash-back o analepsis: Contarse en la línea del presente e ir dando saltos ordenados o desordenados hacia el pasado.
La narración circular: Hay un agujero en la trama, una interrogación que influye en lo que está sucediendo y el lector sigue leyendo para resolver el enigma.
Las narraciones múltiples: La narración de la historia principal se va deteniendo una y otra vez para insertar en ella otras narraciones con tiempos distintos pero de la misma importancia.
Una de las claves de la intriga en la ocultación de datos. El mejor recurso para elaborar la intriga es la elipsis consiste en saltar por encima de un período de tiempo omitiéndolo.
La elipsis tiene la función de acelerar el ritmo de la narración eliminado una parte de la historia que no nos interesa. Otra de las funciones de la elipsis consiste en escamotear un hecho al lector, un hecho que puede ser decisivo en la historia y que el escritor esconde para devolverlo gradualmente o no revelarlo nunca.
Según Mario Vargas Llosa lo llama dato escondido y deja este consejo:
“El dato escondido o narrar por omisión no puede ser gratuito y arbitrario. Es preciso que el silencio del narrador sea significativo, que ejerza una influencia inequívoca sobre la parte explicita de la historia, que esa ausencia se haga sentir y active la curiosidad, la expectativa y la fantasía del lector”
En algunos casos, la tensión se produce fuera del rayo focal; es decir, el lector está presenciando una escena, pero el hecho importante si está produciendo en otro lugar, así que el lector debe rellenar ese hecho con su imaginación a partir de las sugerencias de otros personajes que se encuentran en una situación secundaria de la historia.
Hay que diferenciar el suspense y la intriga para poder entender cabalmente de que estamos hablando.
El suspense como la intriga también crea tensión entre los acontecimientos. La intriga encadena una serie de interrogantes que se van contestando a medida que avanza el texto. El lector que se enfrenta al suspense se hace únicamente una pregunta ¿qué pasará a continuación? El suspense es un interrogante colocado en la cadena de acontecimientos contado cronológicamente, en la acción. El suspense es una lucha contra el reloj, una línea recta al final de la cual hay una bomba a punto de estallar.
La intriga dibuja un laberinto de preguntas y respuestas.

RECURSOS Y JUEGOS LINGÜÍSTICOS
El motivo literario: ecos en la casa de la ficción
El motivo musical puede entenderse como la percepción global de una determinada serie de sonidos ordenados en un en una estructura unitaria o melodía. La repetición de esta serie de sonidos en una composición musical se parece, en cierta forma, al motivo literario.
El motivo literario es una imagen que puede filtrarse en el texto por medio de comparaciones, metáforas o imágenes, y que recuerda constantemente el tema de la narración.
Los motivos son como pequeños ecos que oímos a lo largo del relato que repiten la idea del texto y lo cohesionan. Tienen mucha importancia en la construcción de la historia, y, sin embargo, son unidades mínimas sin las que el relato se entendería; es decir, no forman parte de la estructura fundamental del texto.
El cine lo ha heredado de la literatura, poniendo un ejemplo cinematográfico es posible que se entienda mejor:
Película Noveccento de Bertolucci hay una escena en la que los campesinos deciden hacer huelga. Es el principio de una serie de enfrentamientos violentos a los que dará lugar a esa revuelta. Antes del primero de éstos, tras la decisión de los campesinos, vemos cómo uno de ellos abre la compuerta de una acequia y después aparece un plano fijo de las aguas que corren, revueltas. Esa imagen fija refuerza la idea del episodio “aguas revueltas” y, al mismo tiempo, no es esencial para la comprensión de la historia.
Ejercicio
Escoger su cuento preferido y busque los motivos que aparecen en el texto, estas imágenes que refuerzan la idea central del relato, pero que a la vez no forman parte de su estructura esencial.

LECTURAS RECOMENDADAS
Los asesinos (Ernest Hemingway)
Otra vuelta de tuerca (Henry James)
El amigo americano (Patricia Highsmith)
Relatos de lo inesperado (Roald Dahl)

PROPUESTA DE EJERCICIO
Escribir de modo lineal un pequeño relato, muy corto, sobre algo que le haya sucedido o sobre una anécdota que le hayan contado.


Escoger la parte principal de la historia  y omitirla, mediante una elipsis. Después  reescribir el relato dosificando la información, para que sea el lector quien adivine poco a poco cuál es el hecho central de la historia.