sábado, 25 de junio de 2016

España ya no calza zapatos dorados


En un momento de disciplina
relajo las escápulas y me hago ceniza blanca,
muevo la cabeza hacia la izquierda
abro los ojos y no hay luz clara,
la derecha me espera vacía, embustera, impropia.
Llevo la barbilla hacia mi pecho
me miro los pies desnudos,
basura entre los dedos.
Me agacho, sonrío, huelo a ladrón indemne,
a podrido, a restos de jamón añejo.
No hay rincón libre para el mejor
ya ocupan los huecos los que saben
y es que son muchos los que quieren y no pueden
y más los que tienen y roban.
Estamos de enhorabuena
con la brújula rota, los dientes afilados
y el estómago lleno, por si acaso,
visitaremos  las urnas
buscando una necesidad  que no llega.
Mientras,  hasta mis huesos
huelen la crisis negra del hoy.
Vuelan  los números gordos,
se despegan las moscas de la miel,
acarician el acero frío de la cárcel
los más débiles y no los peores.
No, España ya no calza zapatos dorados.
En un momento de reflexión
alargo un brazo y respiro,
guardo en un bolsillo mi ignorancia política,
el otro espera  vacilante un cambio de jugada
entre tanto maleante,
yo giro y giro con la cabeza bien alta.


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