domingo, 25 de noviembre de 2018

Basta ya


Madrid, 25 de noviembre de 2018

Querido insolente y mal nacido dueño de mis actos:
Esta carta no está firmada porque no soy yo quien la escribe, no te llegará a tiempo, pero tampoco lo hará a destiempo. Hace mucho que perdimos el contacto, pero sé de ti, igual que tú sabes de mí. Utilicé los años de madurez para reírme y bastante. He aprendido que todo lo hecho y lo que me queda por hacer se lo debo a tu desfachatez. Quizá, si durante la época que fuimos tan desconocidos como ahora hubiese sido valiente, en este instante, no estaría dejando escritas estas líneas tan insignificantes como tú, volvería una y mil veces a buscar en cada hueco de mi armario alguna mota de alivio para consolar mis noches de insomnio y volvería una y mil veces a enseñarte los dientes aunque después se me cayeran. Nunca debí probar tus aguas estancadas, me equivoqué y equivoqué al paso del tiempo que se tornó sombrío. Quiero que entiendas que dejaste una huella triste y decadente en mi cuerpo y un toque torpe en el cerebro. Por ese pequeño lapsus sin importancia, mis neuronas trabajan siempre a destajo buscando un momento para terminar esa lucha sin cuartel que comenzó el día que pusiste punto y final al color azul de mi ojo derecho; ahora es un hueco inservible y seco por el que ya no brotan lágrimas. Lo sé, reaccioné mal, tenía que haberte salpicado la cara de vergüenza y sin embargo, me escondí entre algodones. No tengo minutos para recordar tu paso por mi tiempo perdido, pero sí para decirte que vale la pena esperar. Desde que pusiste tus sucias manos sobre mi cuello y me dejabas sin sentido en cualquier rincón de lo que creía que era nuestro hogar, sentí la necesidad de gritarle a los cuatro vientos que eras un bastardo engreído. Hiciste creer a todo el mundo que era una yonki desquiciada, que los cardenales y las fracturas eran propias de mi desasosiego. Aplaudo  a la justicia de este país que condena a “unos” y absuelve a los “otros”. He pasado horas y horas en reposo, cavilando como podía darte las gracias por los golpes recibidos, de igual manera me he pasado meses dando vueltas y vueltas a estos sesos agotados buscando una justificación a tu marcha de rositas. Tras tanta meditación por fin he visto el momento y el lugar donde serás condenado por tus actos. No creas que esto lo hago por las lesiones o por el mal trato recibido por tu parte, no, esto es por tu hija, por la punzada en el pecho que sentí cuando me contó que abusaste de ella cuando apenas era una niña. Con seguridad te digo que esta carta no llegará a tus manos, porque la mirada del cartero, será lo último que verás en la vida. 



jueves, 22 de noviembre de 2018

Tipos de narradores




NARRADOR EN TERCERA PERSONA:
Es el narrador por excelencia. Es el más utilizado y el más cómodo, porque permite manejar a los personajes a nuestro antojo, pero es también el que nos puede hacer cometer más errores. Las historias contadas en tercera persona omnisciente o equisciente, suelen dar mayor protagonismo a la acción que sucede en su interior y algo menos en la construcción de los personajes. Son historias más objetivas, con más acción, por lo general, donde el peso de la narración lo lleva la sucesión de acontecimientos.

TIPOS DE NARRADORES EN TERCERA PERSONA:

NARRADOR OMNISCIENTE
Se sitúa donde nunca podemos verlo, pero él lo sabe todo. Conoce a todos los personajes, sabe lo que piensan, su pasado, lo que sienten, lo que no dicen y lo que pretenden. Es el narrador que se impuso en las novelas del siglo XIX. No solo es omnisciente (el que lo sabe todo) sino que además es omnipresente (está en todas partes) y ningún personaje puede escapar de su mirada.
Un caso extremo del narrador omnisciente sería el del narrador superomnisciente, que no solo lo sabe, todo, sino que además sabe lo que no sabe siquiera ninguno de los personajes.
Ejemplo:
La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin”
Luis Landero, Juegos de la edad tardía

NARRADOR EQUISCIENTE:
Es un narrador en tercera persona, pero que renuncia a los poderes extraordinarios de la omnisciencia. No sabe nada de lo que piensan o sienten los personajes, aunque los observa con detenimiento, muy de cerca, atento a los pequeños gestos que puedan traslucir pensamientos o sentimientos. Es un narrador cinematográfico: cuenta lo que sucede como lo haría una cámara de cine.
El narrador equisciente (a veces llamado aquisciente o cuasi-omnisciente) conserva por lo regular los poderes de la omnipresencia: está en todas partes. Pero no penetra en las mentes de los personajes y no conoce el pasado ni el futuro de los mismos. Es un narrador algo más incómodo de manejar, pero al mismo tiempo es mucho más cercano a los lectores, porque utiliza los mismos recursos para interpretar la realidad que utilizan esos lectores: los sentidos físicos y la intuición.
Ejemplo:
“Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas y el vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa”.
Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama
  
NARRADOR EN PRIMERA PERSONA:
Narrar una historia en primera persona no es mejor ni peor que hacerlo en tercera, pero sí que es diferente. La historia cambia (sus intenciones, su inmediatez, su credibilidad, su tono y su estructura) Tal y como sucedía con el narrador en tercera persona, el narrador en primera puede leer los pensamientos si se trata de narrador protagonista ya que son los suyos propios,  si él no es el protagonista, sino un testigo o un personaje secundario debe limitarse a narrar fiándose de los indicadores externos de sus sentidos corporales.
Los relatos o novelas escritas en primera persona, tanto si se trata de protagonistas como de testigos narradores, suelen por lo general, poner más peso en la construcción y evolución de los personajes (al menos los principales) dándole algo menos importancia al argumento en cuanto a sucesión de hechos ocurridos.

TIPOS DE NARRADORES EN PRIMERA PERSONA:

NARRADOR PROTAGONISTA:
Es el que cuenta la historia. Nos cuenta lo que le pasó, lo que le ocurrió. Dota a la historia de inmediatez y la posibilidad de identificar al lector con ese narrador es mayor que en el caso de la tercera persona. El narrador en primera persona puede juzgar y valorar lo que sucede a su alrededor, porque a fin de cuentas, lo que está contando en su historia. Escribir ficción siempre es meterse en otras vidas, en otros cuerpos, pero muy especialmente en el caso de escribir en primera persona, porque en ese caso debemos fundirnos hasta confundirnos con el personaje que habla y narra su historia a través de nosotros.
Ejemplo:
“El día en que Beatriz y yo entramos en aquella barraca inmunda de la feria callejera, me di cuenta de que la repulsiva alimaña era lo más atroz que podía depararme el destino.”
Juan José Arreola, “La migala”.
NARRADOR TESTIGO:
Es un narrador en primera persona, pero no protagonista. Es un observador que está dentro de la historia y que cuenta lo que le ha pasado a otro. Un personaje secundario que, en ocasiones, apenas aparece en el relato o la novela, pero que decide contar lo que le ha sucedido a los protagonistas. De algún modo se parece al narrador equisciente, porque no tiene acceso a los pensamientos del resto de los personajes, pero en este caso tampoco está dotado de omnipresencia. A cambio de lo que sucede con el narrador equisciente, el narrador testigo puede tener un lenguaje particular (es una primera persona hablando, y puede cargar con toda subjetividad y utilizar su propia jerga) El narrador testigo es, tal vez, el más incómodo de utilizar, porque necesita conocer la historia que va a contar a través de sus observaciones parciales.
Ejemplo:
"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse"
  Onetti, Los adioses

NARRADOR EN SEGUNDA PERSONA:
Para que la narración sea verdaderamente en segunda persona, el narrador no solo le habla a un tú que tiene delante, sino que además lo que cuenta es la historia de ese tú al que le habla.
Un relato en segunda persona tiene al menos tres posibilidades con tres tiempos verbales distintos:
-Segunda persona y futuro: tiene siempre un cierto tono de promesa o amenaza: Estarás esperando. Le oirás llegar, abrir la puerta y colgar su abrigo en el perchero. Tú no querrás hacer ruido, cerrarás lo ojos y notarás…
-Segunda persona y presente: Se acerca muchas veces a unos consejos o instrucciones: Luego sigues avanzando hasta que llegues a una verja muy alta. La saltas con dificultad y te cuelas dentro. Te acercas a la puerta...Aunque también se puede utilizar como desdoblamiento de un personaje que habla consigo mismo: Tú eres tonto. La próxima vez te plantas frente a él y le sacudes. Pim, pam. Luego te vas silbando. Así…
-Segunda persona  y pasado: supongamos que alguien ha perdido la memoria, o que ha mentido antes, y otro (el narrador) le dice la verdad, se lo reprocha, y lo descubre ante todos: Tú fuiste el que mató a Carlota. Te acercaste por la espalda y la empujaste al vacío.
Ejemplo:
“Caminas, esta vez con asco, hacia ese arcón alrededor del cual pululan las ratas, asoman sus ojillos brillantes entre las tablas podridas del piso, corretean hacia los hoyos abiertos en el muro escarapelado. Abres el arcón y retiras la segunda colección de papeles. Regresas al pie de la cama; la señora Consuelo acaricia a su conejo blanco.”
 Carlos Fuentes. “Aura”
 
NARRADOR DISFRAZADO
Es un narrador en primera persona pero disfrazado de tercera. Ese narrador sabe lo mismo que el personaje del que se habla, ni más ni menos. Lee su pensamiento, pero no el de los demás personajes. Y no tiene omnipresencia: solo ve y escucha lo que el personaje sería capaz de ver o escuchar. En muchos casos.
Ejemplo:
"Casi sin darse cuenta había empezado a acariciarla mientras hablaban en voz baja, tan lentamente como ella entraba en calor, los pies muy fríos enredados a los suyos, y al ir siguiendo con los dedos ahora más sensitivos y audaces el tacto de la piel y las sinuosidades ya familiares que buscaba y reconocía luego con los labios, volvió a acordarse, ahora sin miedo ni vergüenza, sólo con dulzura, casi con agradecimiento, de los sueños eróticos de los catorce años, y le pareció que la veía a ella como era ahora mismo y como había sido la primera vez que unos ojos masculinos la vieron desnuda. Lo perdía todo, se despojaba de todo, igual que al desnudarse ella había dejado caer al suelo las bragas y el sujetador y se había aproximado a él como emergiendo de las prendas abandonadas e inútiles, caídas a sus pies con un rumor de gasa. No había urgencia, ni incertidumbre, ni ademanes de fiebre o ansiosa brutalidad. La veía moverse oscilando, erguida, acomodándose despacio encima de él, el pelo sobre la cara, mezclado con la sombra, los hombros hacia atrás, las dos manos que le sujetaban con fuerza los muslos.
Desfallecieron los dos en la misma oleada densa de dulzura, que él fue percibiendo como si le llegara desde lejos, anunciada, indudable, desconocida, duradera y lenta, no extinguida todavía después del final, cuando se quedaron quietos los dos y ella se desprendió poco a poco de él mientras iba dejándose caer a su lado."
 Antonio Muñoz Molina.Plenilunio

NARRADOR EDITOR
El autor finge que ha encontrado unos papeles manuscritos de forma más o menos fortuita, y que los entrega al editor sin modificaciones, a excepción de las explicaciones previas y posteriores en las que trata de hacer creíble ese hallazgo y la necesidad de publicar esos manuscritos. Incluso Cervantes utilizó esta técnica en el Quijote, a través de unos manuscritos escritos por Cide Hamete Benengeli.
Ejemplo:
“Como oficial del ejército francés, me tocó asistir al sitio de Zaragoza. Pocos días después de la toma de la ciudad, habiendo avanzado hasta un lugar apartado, descubrí una casita de muy buen aspecto, que en principio pensé no había sido visitada aún por ningún francés. Tuve la curiosidad de entrar, y llamé a la puerta, pero al ver que no estaba cerrada, la empujé y entré. Aunque llamé y busqué por toda la casa, no encontré a nadie. Sin duda Se habían llevado todo lo que tenía algún valor y ya no quedaban sobre las mesas y en los muebles más que objetos de poca importancia. En un rincón advertí, sin embargo, esparcidos por el suelo varios cuadernos escritos, y al echarles una ojeada comprobé que contenían un manuscrito en español. Aunque mi conocimiento de esa lengua es escaso, sabía lo necesario para darme cuenta de era un texto entretenido, en el que se hablaba de bandidos, de almas en pena y de adictos a la cabala; pensé que nada mejor para distraerme de las fatigas de la campaña que la lectura de una novela extraña. Y convencido de que el curioso manuscrito no volvería ya a su legítimo dueño, no vacilé en apropiármelo”
El manuscrito encontrado en Zaragoza

NARRADOR EN PRIMERA PERSONA DEL PLURAL:
Es menos frecuente que los anteriores, porque tiene la desventaja de que hablar en plural hace que no existan muchas particularidades propias de un único personaje narrador, sino solo las que tiene en común con los otros que forman el “nosotros”
Ejemplo:
“Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia. Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse”
Cortázar. Casa tomada 
NARRADORES MÚLTIPLES O MULTIPERSPECTIVISTAS:
Se van quitando la palabra unos a otros, hablando siempre en primera persona. Cada personaje aporta un punto de vista diferente de una misma historia, y entre todos, con sus versiones contradictorias incluidas, consiguen que el lector sea el único que tenga todos los datos
Ejemplo:
Atlas de geografía humana de Almudena Grandes o Hablando del asunto de Julián Barnes
 NARRADOR MIXTO:
Van intercalándose entre la primera y la tercera persona. A veces, el cambio se realiza entre capítulos pares e impares, y en otras hay un primer bloque escrito en tercera persona y un segundo en primera.
Ejemplo:
La soledad era esto de Juan José Millás
En casos extremos, el narrador puede cambiar de forma vertiginosa.
Ejemplo:
“Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos”
Cortázar. Las babas del diablo
NARRADOR INEXISTENTE:
No existe nadie que cuente la historia. Su autor se las ingenia para presentar ante el lector una serie de materiales en crudo (informes, monólogos interiores, diálogos sin acotaciones, cartas), sin que nadie los comente o los hile.
Ejemplo:
El beso de la mujer araña de Manuel Puig



domingo, 11 de noviembre de 2018

Literatura de Terror

Mediante una mezcla de elementos fantásticos, macabros y algún toque realista, se consigue crear un universo creíble que constituye la literatura de terror. Se trata de convencer al lector de que “otro mundo” habitado por lo sobrenatural, el horror y lo monstruoso, existe tan naturalmente como lo establece el relato mítico, del que la literatura de terror es deudora. El secreto y la fuerza del relato de terror, está en inquietar y sugerir. Para ello, origina la irrupción de un elemento sobrenatural, o natural pero amenazante, en un mundo sujeto a la razón. Esos elementos amenazantes suelen provenir de lo horrible o lo macabro: espectros, fantasmas, vampiros, diablos, descenso a las tinieblas.
La literatura de terror se articula en el juego entre la vida y la muerte. El suspense es un elemento esencial y la vincula con la literatura policíaca: un planteamiento argumental y una angustia que va en aumento para personaje y lector; por su parte, la irrupción de lo inesperado en un mundo cotidiano la vincula con la literatura fantástica. Pero tiene sus características propias.
Según HP Lovecraft las reglas de composición macabra son tres:
-Marco familiar a la época moderna para acercarse lo antes posible a la esfera empírica del lector.
-Sus fenómenos espectrales debe ser malévolos más que beneficiosos, pues la emoción que hay que suscitar ante todo al miedo.
-Debe evitarse la jerga de pseudoconciencia del “ocultismo” si no queremos ver ahogado el encanto de la verosimilitud causal en una pedantería nada convincente.
La literatura de terror abarca dos especies bien limitadas y suele partir de una figura amenazante a partir de la cual se establecen dos tipos de relación  víctima y victimario.
Las dos vertientes es que se divide este género son los relatos de terror sobrenatural y los relatos de terror natural:
-Terror sobrenatural el agente aterrorizador es un ser de otra dimensión, fantasma, duende, demonio,… Empieza después de la muerte, cuando el ser humano se convierte en espíritu, aparición, fantasma.
-Terror natural, el agente es un loco, un sádico, un animal gigantesco. Acontece antes de la muerte y acaban con ella.
Relación entre la víctima y victimario
-Víctima es atacada por un elemento extraño, natural o sobrenatural y de pronto lo cauteriza.
-El victimario es alguien a quien la víctima conoce, incluso un pariente.
Los temas que protagonizan las narraciones clásicas de terror son ficticios porque contradicen lo posible. En buena proporción se vincula con el mito. Los más típicos son los siguientes:
-El espectro: Irrumpe el difunto o fantasma “más allá resulta muy próximo”
-El diablo: Espectro y como personificación del mal.
-El monstruo: Atacan a alguien libre y feliz
-El vampiro: Variedad del monstruo
-El descenso a las tinieblas: Extremo, ambiguo, desconocido, que genera inseguridad y se visualiza como las tinieblas o el infierno.
Joseph Stefano autor de Psicosis agrupó los miedos y los llamó los diez ositos:
 1.-Miedo a la oscuridad
 2.-Miedo a las cosas gelatinosas
 3.-Miedo a las deformidades físicas
 4.-Miedo a las serpientes
 5.-Miedo a las ratas
 6.-Miedo a los sitios cerrados
 7.-Miedo a los insectos (arañas y escarabajos)
 8.-Miedo a la muerte
 9.-Miedo a los demás
10.-Miedo por los demás
Los ositos pueden combinarse entre ellos.

Para causar verdadero miedo, maneja la tensión del ambiente, el silencio, la oscuridad, los gestos fallidos, lo que no se dice. Bucea y rebusca entre tus propios miedos; saca sólo uno de ellos al exterior.
Mientras escribes, tú tienes que pasar miedo, tienes que notar que algo o alguien, está situado amenazadoramente a tu espalda. Si tú no pasas miedo, es muy difícil que consigas convencer al lector.
Provoca más temor mostrar a un personaje que se ha quedado paralizado y no puede siquiera hablar que uno que grita desesperadamente. Que a tu protagonista le pasen mil desgracias no necesariamente tiene que provocar inquietud si te excedes en temor, conseguirás más risa que miedo.
Para las escenas de tensión utiliza frases cortas y verbos de movimiento. Obliga al lector a quedarse sin aliento. No hagas digresiones, reflexiones ni retrospecciones en ese momento: déjalas para más adelante.


viernes, 9 de noviembre de 2018

La rima y sus clases


La rima no es más que un recurso inteligentemente urdido para que la memoria retenga información transmitida de una manera fácil, garantizando así su perdurabilidad y proporcionando, por añadidura, un divertimento. La rima es también un juego que proporciona deleite, es una música  en sí misma y, como todos los músicas, las diferentes posibilidades y estilos que se ofrecen abarcan un amplísimo registro.
Según el experto “Antonio Quilis” es la total o parcial semejanza acústica, entre dos o más versos, de los fonemas situados a partir de la última vocal acentuada.
La rima es un efecto esencialmente sonoro, no gráfico. Es este recurso el que aproxima la utilización de la rima a la naturaleza del lenguaje musical. La rima constituye la señal que nos indica que el verso ha terminado.
Las clasificaciones que contempla la rima desde dos puntos de vista esenciales: según el timbre o según la cantidad.
La rima según el timbre:
Clasificación según el timbre (o sonido) podemos dividir la rima en total o parcial.

Rima Total:
Rima consonante o perfecta: Este tipo de rima estriba en que aquellas palabras en las que recae la rima coinciden plenamente a partir de la última vocal acentuada.
La utilización y las funciones de los llamados marcadores o indicadores: la función de esta letra no es otra que la de identificar los versos que coinciden con respecto a su rima, facilitando así la tarea de analizar las diferentes clases y distribuciones de las rimas. En este caso los marcadores de la rima darían lugar a la composición ABAB. Caravanas de cuerpos abatidos (A)
todos vendaje, peras y pañuelos (B)
todo camillas donde a los heridos (A)
se le quiebran las fuerzas y los vuelos (B)
(Miguel Hernández)
El acento recae en la letra (i) Abatidos
El acento recae en la letra (i) Heridos
El fonema o sonido –idos- coincide en ambas palabras.
Y lo mismo ocurre con los fonemas de los versos clasificados con la letra B –elos-
Este tipo de rima total, consonante o perfecta está considerada como la más meritoria y su valor no es otro que es el de llevar implícita una mayor dificultad a la hora de elegir las palabras, manteniendo un significado lógico o al menos razonable dentro de la disciplina poética.
La rima es un recurso estrictamente sonoro, algunas letras no coinciden gráficamente, fonéticamente son exactamente iguales.
Lluvia/rubia-Reseco/flecos=fonéticamente

Rima Parcial:
También llamada rima asonante, vocálica o imperfecta. La particularidad de este tipo de rima estriba en que las palabras donde recae la rima no coinciden plenamente a partir de la última vocal acentuada; solo coinciden algunos fonemas

Como la brisa que la sangre orea (A)
sobre el oscuro campo de batalla (B)
cargada de perfumes y armonías (C)
en el silencio de la noche vaga (A)
(Gustavo Adolfo Bécquer)
El fonema que se repite es la vocal A

Otras rimas parciales:
Rimas de perceptibilidad degradada:
Es la que puede producir una palabra paroxítona  (llana) y otra proparoxítona (esdrújula) o viceversa.
Los manicomios de junio (A)
Volteantes, huyen, ciegos (B)
Las cien cabezas partidas (C)
En cien chispazos eléctricos (B)
(Rafael Alberti)
En este caso los versos que riman son egos –éctricos coincidan los fonemas e y os.
Otra de los variantes en la que se permite producir una equivalencia de timbre vocálico entre u y o por un lado y entre i y e. Siempre que alguna de las vocales sea al final de una palabra paroxítona (llana) o proparoxítona (esdrújula)
S.M. el Rey de tú país no come, (A)
No duerme el Rey.(B)
Fuma.(C)
Se muere por la costa en automóvil(A)

Rima interna:
Rima interna o rime en eco: consiste en la repetición, dentro del mismo verso o estrofa de dos fonemas rimantes.
Cruzados hacen cruzados,
escudos pintan escudos
y tahúres muy desnudos
con dados ganan Condados,
y coronas Majestad:
¡verdad!
(Luis de Góngora)
La rima según la cantidad:
Rima oxítona: última sílaba acentuada del verso (+1)
Rima paroxítona: última y penúltima sílabas, acento está contenido en la penúltima sílaba
Rima Proparoxítona: la última sílaba acentuada ha de ser la antepenúltima del verso
(-1)
  
RECURSOS Y JUEGOS POÉTICOS
Interrogar al poema
Tal vez la poesía sea una pregunta sin respuesta, una interpelación al mundo que el poeta hace desde su ya más íntimo por medio de las palabras. El poeta se interroga continuamente a sí mismo, a los demás, a la naturaleza a los enigmas del destino…
El diálogo poético o recuesta procede de la poesía medieval de los cancioneros, solía ser filosófico o amoroso, entre el enamorado y la amada.
Otra forma de diálogo se produce cuando el poeta se pregunta y se responde a sí mismo.
Pero la interrogación más usual es la que no obtiene respuesta, es decir, la pregunta retórica que no se realiza para obtener información, sino para afirmar con mayor énfasis la respuesta que contiene en sí misma la pregunta formulada:
-La interpelación a un tú que no responde
-El poeta se pregunta así mismo
Ejercicio
Escoger la forma que parezca más sugerente y construir un poema basada en las preguntas

LECTURAS RECOMENDADAS
Métrica española (Antonio Quilis)
Antología personal (León Felipe)
Poemas en prosa, poemas humanos. España, aparta de mí este Cáliz (César Vallejo)
Poetas románticos ingleses, Byron, Shelley, Keats, Coleridge, Wordsworth (José MaríaValverde)

PROPUESTA DE EJERCICIO
Componer una estrofa de cuatro versos y de tema libre siguiendo estas premisas:
-El primer verso ha de ser un endecasílabo paroxítono
-El segundo verso ha de ser un heptasílabo oxítono
-El tercer verso ha de ser un heptasílabo oxítono
-El cuarto verso ha de ser un endecasílabo paroxítono


martes, 2 de octubre de 2018

La métrica y el verso


La lírica de todas las lenguas está sustentada en el complejo armazón de la métrica.
Se entiende por metro el cómputo al número de sílabas y acentos, también llamados pies, que componen un verso. Según ello, los versos pueden clasificarse en versos simples de arte menor y versos simples de arte mayor. Los versos de arte menor son aquellos que están compuestos por hasta un máximo de ocho sílabas. Los de arte mayor son los que contienen entre nueve y once sílabas. Cundo un verso supera las once sílabas se considera un verso compuesto de arte mayor, como el caso del verso alejandrino que es de catorce.
Versos de arte menor:
Bisílabos (dos sílabas) ciego
Trisílabos (tres sílabas) esparto
Tetrasílabos (cuatro sílabas) No recuerdo
Pentasílabos (cinco sílabas) Antes que llegues
Hexasílabos (seis sílabas) De tantos colores
Heptasílabos (siete sílabas) No acaba aquí la historia
Octosílabos (ocho sílabas) Corazón, ayer sonoro
Versos simples de arte mayor:
Eneasílabos (nuevo sílabas) Digo tan solo lo que he visto
Decasílabos (diez sílabas) Ante el celeste, supremo acto
Endecasílabos (once sílabas) Cuando salgo a beber con más amigos
Versos compuestos de arte mayor:
Dodecasílabos (doce sílabas) Era un aire suave de pausados giros
Tridecasílabos (trece sílabas) Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma
Alejandrinos (catorce sílabas) Y, lejos las montañas azules de Castilla
Sobre todo en la poesía contemporánea, son frecuentes los versos y combinaciones métricas que superan las catorce sílabas. Cada una de ellos cuenta con su propia terminología, aunque el verso más extenso, dentro de los parámetros clásicos, es el alejandrino de catorce sílabas, los hay de doce, muy cultivados durante el modernismo.
La sinalefa:
Consiste en computar como una única sílaba métrica aquellas sílabas que perteneciendo a palabras diferentes, suenas como un solo golpe fonético:
Su-fron-te-rain-sa-cia-bleel-vas-to-mu-ro.
Este verso tiene trece sílabas, pero ateniéndonos al efecto auditivo que produce la sinalefa, queda computado  como de once, es decir, como un endecasílabo. La palabra frontera queda unida a la palabra insaciable mediante la vocal última y primera, así como la palabra insaciable quedaría unida al artículo él.
El hiato:
Es el recurso métrico que permite invertir la sinalefa, es decir, separar la última vocal de una palabra y la primera de la siguiente. Es el encuentro de dos vocales que no forman diptongo. El hiato es aceptado cuando una de las dos vocales está acentuada, de manera que si intentamos producir una sinalefa nos encontramos con un efecto forzado en la que al sonido se refiere.
Las estrellas conducen tu destino y beben de tú alma poco a poco.
La sinéresis:
Este recurso consiste en la unión de dos vocales abiertas dentro de una misma palabra, de manera que consigamos una sola sílaba allí donde teóricamente debe haber dos. Las vocales abiertas son a,e,o y las cerradas i,u. Ej. poesía, es decir cuatro sílabas, en caso de necesitar tres sílabas se podría computar como poe-sía.
La diéresis:
Se produce cuando dos vocales de una sílaba se pronuncian de forma separada, dando lugar a dos sílabas. La diéresis es un recurso métrico arcaico, y se coloca el signo (¨) sobre la vocal que nos interesa.

RECURSOS Y JUEGOS POÉTICOS
Repetir, repetir, repetir. Las figuras de repetición son las más numerosas dentro de la retórica.
Anáfora:
La anáfora es una figura que consiste en repetir la primera o las primeras palabras de un verso en los versos sucesivos. Reitera y refuerza el elemento repetido.
Epífora o epístrofe:
Repite como la anáfora elementos iguales, pero en este caso no están al principio sino a final de un verso o de una estrofa.
Ejercicio
Escribir dos poemas, uno para ensayar la anáfora, repitiendo las primeras palabras de cada verso y otro para experimentar las posibilidades de la epifora repitiendo también, pero al final de un verso o una estrofa.

LECTURAS RECOMENDADAS
Antología de Gerardo Diego Poesía Española contemporánea (Gerardo Diego)
Miguel Hernández. El hombre y su poesía (Miguel Hernández)
Poesías completas (Antonio Machado)
Como se escribe poesía (Silvia Adela Kohan)

PROPUESTA DE EJERCICIO
Elaborar cuatro endecasílabos heroicos cuyo contenido se restrinja exclusivamente a la descripción de algún objeto de su cocina. Uno por objeto.
Añadir a cada uno de estos endecasílabos un eneasílabo, un decasílabo y un heptasílabo.
Intentar conseguir cuatro breves poemas siguiendo estas pautas y manteniendo el sentido lógico del lenguaje